viernes, 29 de febrero de 2008

Puede

Llevo escribiendo mucho tiempo. Empecé por el colegio, imitando a mi hermana, mi modelo desde siempre, mi inspiración en demasiadas ocasiones, aunque también la que hacía, la que hace que esto tenga sentido.
Mi musa la tristeza, la pena, un deseo que no se cumple, un sueño que aflora en la mente de una niña que crece demasiado rápido. La fuerza para seguir con el blog una amiga que está lejos, un cantante extremeño que me dio la idea, un mal día, un sentimiento que no se sabe explicar.
Nunca he recibido un premio, nunca lo merecí, nunca tuve nada que contarle al mundo. Siempre he sido muy egoísta en ese aspecto. Se me olvida que los demás también sienten, que lloran a veces a oscuras en una habitación extraña, en una esquina oscura o iluminada sin sol.
No me gusta que lean lo que escribo. Me siento desnuda ante un mundo a menudo cruel en donde estar triste, pasar una mala racha no es una opción.
De pequeña tenía la firme idea de que acabaría en un manicomio. Hablaba siempre sola, y aún lo hago lo curioso esque no me digo nada. Siempre he tenido demasiados pajaros en la cabeza y no creía que eso fuera sano, que fuera lo normal. Con el tiempo descubrí que lo normal es relativo, que nunca se sabe quién te va a pedir fuego en un bar o quién es el que está más loco de todos. Descubrí que hablar sola era mi naturaleza, ir en contra natura, ¿eso es sano? Puede que sí acabe teniendo visiones sobre gente que me dice cosas al oído, pero, y qué importa, serán solo palabras que siempre quise oir y nadie me dijo.

domingo, 24 de febrero de 2008

Siento haberte olvidado

Anoche estuve pensando en ti. Hace mucho que no lo hacía. Tenía miedo a estancarme, a no dejarte ir, aunque supongo que nunca te he tenido y que te fueras es algo que no me correspondía a mí impedirte.
He roto la promesa que te hice. Lo siento. Pensar en ir a verte me da paníco. No se sí lo sabrás pero estuve meses soñando con una tumba que no encontraba, en un cemeterio que no conocía y con espíritus que me preguntaban por tí.
Estuve pensando en cómo eras, en lo poco que te conocía. Pensaba que iba a tener todo el tiempo del mundo para acercarme a ti, que nos veríamos de fiesta y me contarás cosas de tus novias, eso era algo que no te importaba mucho contar. Me invitarias a una copa y me contarías cómo te iba la vida. Es una ilusión, pero soy una ilusa y ese es mi aire.
Las cosas no han cambiado mucho desde que te fuiste. Todo es una injusticia pero eso ya lo habrás comprobado. El tiempo pasa muy deprisa y no sé como pararlo, como desaparecer en los momentos de angustia, donde esconderme para que nadie me vea. La verdad que siempre fuimos muy diferentes.
No sé ya qué sentir, solo sé que me consuela que ya no me duela, que pueda decir que eres uno más y no hablar en pasado de ti, siento que te olvido cuando lo hago.

lunes, 18 de febrero de 2008

A pie

Hoy ha comenzado la rutina, las clases han vuelto y yo con ellas. Solo me quedan cuatro meses para ver cumplidos mis sueños, cuatro interminables meses.
Fuera en la calle está lloviendo. Hay charcos en el suelo y los coches van más rápido de lo normal.
He cogido mi paraguas y he vuelto a casa andando. Me gusta venir a pie desde la facultad, la verdad que no está tan lejos y por el camino se me ocurren muchas cosas: pienso que picaré cuando llegue a casa, como estará mi perro que lleva toda la mañana solo, aunque lo que más pienso son situaciones inesperadas típicas de las películas americanas románticas, como un coche que se para y te lleva a casa, una pareja que se besa bajo la lluvia, un ejecutivo que por un momento se vuelve persona de a pie y ha olvidado su paraguas y se abriga con su gabardina marrón mientras corre a refugiarse para no parecer tan normal o mojado.
Otro de mis hobbies de paseante es inventarme la vida de las personas.
Hace un par de años, mientras esperaba sentada en la calle la hora de ir a clase, miraba a una mujer con aspecto desaliñado. Imginaba, por su cara de tristeza y resignación, que iba a un trabajo que no le gustaba, que tenía un marido que no la quería y que odiaba una vida que no deseaba haber tenido, haber acabado así: triste por la calle dirigiendose a un lugar que había elegido. De repente tenía ganas de andar, sonreía porque había decidido huir, cambiar de aires y no se sabe por cuanto tiempo aunque tampoco importaba mucho.

sábado, 16 de febrero de 2008

Sin sentido

Hoy escribo sin tener nada que decir, solo por consejo de una amiga (más bien fue un poco cabreo por descuidada) y porque en realidad siempre confio en mis manos y en su poder de decir lo que quiero sin tener que meditarlo antes, pensarlo, sentirlo o sufrirlo, un pequeño regalo de mis padres mezclado con las musas de Serrat.
Miles de ideas rondan mi mente sin que sea capaz de darles forma. En realidad, son ideas sin sentido, dando vueltas en círculo sin tener una escapatoria, sin ver la luz, sin voz para gritar.
En la calle el cielo está nublado, pero no hace frío o yo no lo siento. He bajado con le perro para ver que me decía él. Miraba a un lado y a otro intentando protegerle de los coches, pero era yo la única que tenía miedo.
Miedo. Curioso sentimiento. Es como una pequeña agonía que aflora en determinados momentos. En mi caso es algo habitual: miedo a no terminar la carrera, miedo a no ser quién espera que sea, miedo a defraudarme, a defraudar a otros, miedo a una llamada con malas noticias, al olvido, a olvidar o que me olviden, a un destino que no me merezco o que tal vez sí pero que no quiero... A llamar o que me llamen y a que esto no tenga mucho sentido.
Cuando uno es pequeño no tiene miedo a nada. No lucha por nada y no tiene miedo a perderlo o si lucha pero no es consciente de ello. De pequeño todo es mejor y lo que queremos es crecer y crecer. Tal vez por eso lea Peter Pan siempre que puedo o que piense en él, en Peter. Pensadlo: un niño solo en una isla perdida con un capital y su espada con ganas de matarle, pero él no tenía miedo, no tenía nada que perder, o sí pero merecía la pena. Claro que él podía volar, el tenía un hada para protegerle, tenía a sus Niños Perdidos, tenía... la ignorancia propia de un niño pequeño, que vive sin saber qué es la muerte, qué es el futuro y qué es el miedo.
Qué bonita es la ignorancia.

viernes, 15 de febrero de 2008

Tu cara

Tu cara me recuerda a la de aquel que no pude tener. Quizás por eso te quiero.
Recuerdos que viajan por mi mente como subidos en las olas. Surfean y me golpean con tu imagen una y otra vez de forma violenta.
A veces no de da tiempo a apartarme y me hundo en ellos.
Recuerdo cosas que existieron y otras que no lo hicieron, que era solo aquello que yo queria ver o sentir.
Te quiero porque eres él o porque quiero verle a él en ti, ya no lo sé. Te quiero porque él no me conoce y me ignora. Eso es lo que quiero de él y lo que tienes de mí.
Recuerdos que me violan de noche al venir cuando yo no los llamo. Luego la violación se hace consentida y hago el amor con ellos. Ellos eres tú; suave y despacio, dulce y pecaminoso. Luego te marchas y me dejas vacía se me olvida tu olvido y despierto de mi letargo sola, ofuscada y con la cama vacía.
Cruel despertar, cruel mañana, cruel recuerdo.

jueves, 14 de febrero de 2008

Instantes

Si pudiera vivr nuevamente mi vida
en la próxima trataría de cometer menos errores
no intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido,
de hecho, tomaría muy pocas cosas con sinceridad.
Sería menos higienico, correrias más riesgos,
haría más viajes, comtemplaría más atardeceres,
subiría más montañas, nadaría más ríos.
Iría a más lugares a donde nunca he ido,
comería más helados y menos habas,
tendria mas problemas reales y menos imaginarios.

Yo fui una de esas personas que vivió sensata
y prolificamente cada minuto de su vida;
claro que tuve momentos de alegria
pero si pudiera volver atras trataria de
tener solamente buenos momentos;
por si no lo sabes, de eso esta hecha la vida,
solo de momentos

No te pierdas el ahora.

Yo era uno de esos que nunca iban a ninguna
parte sin su termometro, una bolsa de agua caliente
un paraguas y un paracaidas;
si pudiera volver a vivir, viajaria mas liviano.
Si pudiera volver a vivir, comenzaria a andar descalzo
a principios de la primavera y seguiria asi hasta
concluir el otoño.
Daria mas vueltas en calesita, contemplaria mas
amaneceres y jugaria con mas niños,
si tuviera otra vez la vida por delante.

Pero ya ven, tengo 85 años y se que me estoy muriendo.

Jorge Luis Borges