jueves, 18 de marzo de 2010

Hoy estoy un poco nerviosa. El corazón late con más fuerza, más deprisa. Cuando estoy nerviosa sonrío, para que no se note, o solamente porque es un reflejo del propio nerviosismo.
Por las noches, sueño cosas extrañas que de día parecen tener un sentido, sin sentido. Un ir y venir de imágenes que ocurrieron una mañana, pero que no sé por qué recuerdo. Puede que ellas mismas se hayan revelado en mi mente, en su día no les dí mayor importancia y hoy vuelven a mí para reivindicar un momento en mi vida.
Suena una canción que me recuerda a Cádiz y me relajo. Huelo la sal, la humedad del ambiente, las calles que esconden un secreto para mí, tan secreto que aún ni siquiera yo conozco. Vuelven como un tesoro a mi cabeza, y mi sonrisa nerviosa, se vuelve una de satisfacción.
Esta noche es una noche importante. Importante porque es una noche de despedida, el final de una etapa. La última noche que tenemos para soñar y la primera de la vida adulta.
Hay una lista de decepciones, una lista que yo misma he configurado:
1.- El darse cuenta que la vida se termina, que no somos inmortales. La muerte en sí es una decepción, el golpe más duro que puede tener una persona.
2.- Descubrir que no hay nada más allá de la vida. Que todo por lo que se pasa mientras que estamos vivos no tiene sentido, es solo dolor por dolor.
3.- (Y esta es la que hoy me ocupa) Renunciar a los sueños.
Por eso hoy, esta noche es la noche más importante, la última en la que el sueño tiene fuerza. Un día se sacrificaron por mí, y a partir de ahora yo lo haré por ellos.
Pero a escondidas, cuando nadie lo vea, podré oler la sal y sentir la humedad y la arena bajo mis pies mientras me digo entre susurros: "lo vamos a conseguir"