domingo, 23 de mayo de 2010

A un paso de ganarme la corona.

Es dueña de mis silencios y esclava de sus palabras. Es una frase conocida por todos y que a menudo pasa desapercibido. Cargada de una cruel verdad que a todos nos incomoda y que intentamos ignorar.
Nunca le gustó escuchar algo que no estaba preparada para oír. Prefiere no decir nada, q no le digan nada y fingir que no pasa nada, pero sí pasa y sí le duele.
Intenta huir del dolor, sin saber que la persigue, que la encuentra aunque se esconda detrás de una roca. Que va allá donde ella va, guardado en su maleta hasta que logra escapar. Entonces sale de su escondite haciéndole frente, siendo todo lo chula que consigue ser. Lo mira a los ojos, tal vez un poco llorosos por todo lo que aquello significa.
Es dueña de su presente, esclava de su pasado e insegura ante su futuro. Baraja tantas posibilidades y nunca se le dio bien los malabares. Siempre terminan las naranjas por el suelo. Y ella recogiéndolas, hasta que se cansa de agacharse y las deja de nuevo en el frutero.
Esta tan solo a un paso de ganarse la alegría, lo escuchó en una canción y ha decidido repetírselo todos los días hasta conseguirlo, hasta ganársela de verdad, porque nunca le gustó aquello que le regalaban, porque las cosas fáciles al final pierden su valor, porque cree que lo merece y que irá a por ello cueste lo que cueste, aunque tenga que esperar, aunque tenga que hacerle frente a su dolor maquetero, aunque tenga que pasar miedo, estar sola y gritar subida en alguna montaña sin saber por qué.
Persigue una corona, una corona que está escrita en un libro que leyó cuando era demasiado vulnerable para sentir que ya la tenía y ahora, al tener que mantenerla, a veces le pesa sobre la cabeza y no sabe si quitársela, si ya no la tiene o si la perderá.
Y el agua sigue fluyendo como fluyen las letras en la pantalla del ordenador. ¿Un mensaje subliminal? No, solo un alma que le habla a su dueña diciéndole que todo va a salirles bien.