lunes, 9 de noviembre de 2009

Crónica de una locura anunciada

Sentada en un asiento de autobús. La frente pegada al cristal frío de la ventanilla. No habla con nadie, se marea cuando no es ella la que conduce. Tampoco mira a nada en concreto, ya que sus ojos crean el vacío cuando los posa en algún lugar.
Es la crónica de una locura anunciada, el agujero negro de una cloaca de sentimientos sin usar, un juguete roto, en realidad, de la niña que un día fue.
"Nada te hace feliz, no te sientes bien con nada de lo que te pasa. ¿No te das cuenta? ¿Cómo crees que nos sentimos los que estamos a tu alrededor?"
Una vida sin usar, aún por estrenar que le recuerda, a pesar de los ateos, a una historia de la Biblia: un señor y sus talentos.
De nada vale ya llorar, ya no hay palabras de ánimo que hagan sombra en un cuaderno, solución B, no importa la gente nueva, los amigos de siempre, la familia que está y un pequeño milagro que sonríe cuando se acercan los ojos vacíos. Milagro que quisiera tener más cerca cada día, contagiandome de su vida a estrenar y empezando a usarla juntas. Pero no, dime con quien andas y te diré quién eres, su vida aún sin contaminar.
Y todo parece herirla una vez más. Un recuerdo, una palabra, una oportunidad...
Entre las sombras de una lámpara que cada vez se enciende más temprano, saldrá una fuerza, un grito de esperanza. Aún tiene una vida por soñar y un sueño que vivir, siempre nos quedará la salida de emergencia.

1 comentario:

Luchida dijo...

Conozco esta sensación.. Por suerte hace tiempo que la tengo lejos.