Volvía de las playas de Cádiz. Lugar que quiere y añora aunque no sabe por qué y se emociona al pensar en su tierra aunque no tiene ganas de pisarla. Y es que ella nació libre en un jaula de piedra. Pájaro con alas y raíces. Deja en su camino una historia que nunca empezó pensando que no hay nada en su contra y nada a su favor.
Ha olvidado llorar por sentimientos que no controla, se resigna a una verdad a medias. Se sienta enfrente de una ventana y piensa que lo ha soñado todo, le pasa a menudo, imagina cosas que han pasado y acaba creyendo que fue cierto alguna vez, y se alegra al caer en la cuenta que son cosas de la vida cotidiana que carecen de importancia.
Ha perdido la vergüenza y se acerca a la gente mostrando la mejor de sus caras. Y tira un mensaje en una botella sin esperar una respuesta, no le interesa en realidad solo la arroja y mira su trayectoria, como se aleja de la orilla y se pierde entre las olas.
Oscurece en la ciudad y la vida parece morirse aunque no sabe si eso será posible. Espera la noche y su frescor, una brisa que acaricie sus pies mientras duerme.
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