martes, 15 de febrero de 2011

Lloro

Pablo Neruda " Puedo escribir los versos más tristes esta noche". No recuerdo la última película que me hizo llorar, pero sí el último poema.
Lloré esta mañana al salir del trabajo, mientras iba en el coche. Lloro cuando salgo de casa y hace un poco más de frío. Las lágrimas, al principio cálidas, salen de mis ojos y recorren mi mejilla hasta que se enfrían. Me gusta dejarlas correr, aunque en realidad no tengo un por qué.
Veo series antiguas. Series que en su tiempo eran la novedad, lo que todas las niñas vemos y que nos hacen desear ser las protagonistas. Las veo y las traslado a mi vida actual. Ahora toca Felicity. Es la primera temporada, ella acaba de llegar a la universidad y empieza a descubrir un mundo totalmente diferente, nuevo. Pienso en... en una de mis amigas, la que me lee en estos momentos. Recuerdo cuando ella se marchó a Salamanca y quería dejarse el pelo largo, los rizos ya los tiene, pero su pelo se niega a crecer demasiado.
Me gusta sentir la melancolía, la nostalgia del pasado. Me gusta sentirme así, soñolienta por lo que deseaba hacer. Y transitar por los años vividos, descubriendo qué se cumplió y qué no. No me siento mal por lo que no pasó, a veces las cosas que no han pasado eran la locura de quien ve demasiadas series americanas y se creen que son reales. Transito por toda esa ilusión y reconozco lo sentimientos que tenía y los vuelo a sentir. Es curiosa la nostalgia, cómo te hace viajar alante y atrás.
Tengo cuentos infantiles aún en mi estantería, cuentos de los que me niego a deshacerme, "El Barco de Vapor". Y me niego porque yo también pienso que Toy Story 3 es el mayor drama infantil que ha dado el cine, porque mi Cindy Princesa sigue siendo la muñeca que soñaba me traerían los Reyes Magos, porque los peluches que no tienen nombre, no tienen corazón y porque a veces, dar un paso atrás nos impulsa a seguir adelante.