martes, 7 de diciembre de 2010

"Y entonces despierto, y no estoy contigo". Recorriendo pedacitos de mí, los recojo, los recoloco y solo entonces ella me mira desde su nube, me descubre entre ondas perdidas de lo que queda. Loca, la llaman loca, solo "porque necesito tenerla cerca", solo porque de ella creeré que todo saldrá bien, que dejaré de llorar sola en un hotel que a penas reconozco de aquel que vi por primera vez al bajarme del coche.
Y las noches que antes me traían paz, que conseguían hacerme feliz, son solo 8 horas más de las 24 que han dejado de tener sentido, pero... ¿hay algo que lo tenga?
Las lágrimas han salido de mis ojos mientras Antonio Orozco me ayuda a rezar. Y rezo. No me avergüenzo, porque solo en la fe, en la que cree podrá encontrar consuelo lo que no se sabe aún que haya que consolar. Toda una vida esperando la muerte, rezando por llegar a ella, feliz, ¿podrá ser lo mismo para soportar otros 3 meses más? Y pienso sin pensar, que solo son los ecos de la noche, las sombras de lo oculto, el cuerpo que me chilla al oído, que serán más. Y rezo para que ella me escuche, para que venga a mí, y entre chillidos ella solo susurre "Sí".