jueves, 21 de enero de 2010

El adios que necesito

Querido alguien:

Te escribo para despedirme de él, para decirle adios y que alguien lo escuche, que me recuerde que se fue y que no va a volver.
Te escribo para contarte lo feliz que fui y lo feliz que seré una vez que lo deje marchar. Para contarte lo feliz que es él ahora que está sin mí.
Siempre lo he querido, eso es algo que no puedo ocultar, desde el primer momento y la primera mirada. Un sueño que adquirió la presencia de una realidad en un salón.
Siempre lo querré, es mi realidad, la que todos saben, la que no puedo negar ni quiero negar.
Las cosas son lo que son, una frase sencilla, obvia, que a veces nos negamos a admitir y a recordar en momentos de cabezonería, cuando el corazón grita demasiado fuerte para oir ruidos de afuera.
Será mi niño, mi pequeño secreto bajo una gorra negra. Lo seguiré teniendo conmigo. Oiré su voz entre letras de Albertucho y lo veré oculto en la figura del Che.
La vida perderá intriga, intriga que yo crearé mientras resurjo y me invento, mientras busco mi arcoiris, mi propia felicidad, la que ahora tiene él.
Este es un adios que necesito: ir cerrando puertas que la corriente me resfría. El primer adiós que permito, nunca me gustó perder a las personas que quiero.
Tan solo es el principio del resto de una vida que quiero vivir sin lastre y sin mochilas con sobrecarga.