lunes, 7 de septiembre de 2009

Si tuviera un último momento

Si tuviera un último momento, un segundo para volver atrás, haría tantas cosas que un día no hice. Agarraría con mayor fuerza tu mano y los besos serían eternos.
Guardaría en una cajita todas aquellas ocasiones en las que me mirabas con tus ojinos azules, esa mirada de amor que solo tú eras capaz de irradiar.
Guardaría en mi cajita de tus cosas las palabras que decías, sencillas palabras de sabiduría sencilla, esa que tú tenías y que eras capaz de mostrar, de enseñar, de regalar.
Si tuviera un último momento, nunca te dejaría marchar, jamás saldría de tu casa. Escribiría cada receta para tener siempre en mi boca el sabor de tu comida, un trocito más de ti.
Si tuviera un último momento te pediría perdón, por cosas que hice y cosas que haré, cosas que tú nunca harías, que nos hacen mal a ambas.
Jamás perdería la corona que tú tenías y que gracias a ti todas hemos heredado.
No tendrías dolor, no habría más dolor para ti.
Si tuviera un último momento, momento que ya no tengo, jamás volvería a olvidarme de ti, a dudar sobre como era tu risa, como sonaba tu voz cuando conseguías callarnos a todos, tu pasos firmes, jamás tomarían la dirección que tomaron.
Siempre en mí quedarás tú, quedará tu luz, orgullosa de las mujeres que hay en mí: la que tú fuiste, la que tú criaste y a la que tú valiste de ejemplo.
Podré caerme, y por desgracia caeré, pero en tu regazo reposaré justo antes de volverme a levantar.