lunes, 24 de marzo de 2008

Fuera de conexión

Mientras escribo esto escucho "La vie en rose" y recuerdo París, recuerdo que durante un tiempo formé parte de ella, entré en mi sueño y, lo mejor es que era real.
El otro día estaba hablando con una amiga sobre una teoría que tengo desde hace mucho tiempo, que me anima en cierta manera a pasar por las calles sin sentirme agobiada por la rutina. Mi teoría es que formamos parte de la vida de las personas con las que nos cruzamos por la calle. Durante esa milesima de segundo somos una parte de su historia personal, de su vida aunque sea por pura casualidad.
Hace unos veranos, leí "Las cinco personas que encontrarás en el cielo" y desde entonces no puedo parar de pensar en quién estará esperandome en el cielo.
La primera persona que el protagonista encontró era un completo desconocido, jamás se habían visto excepto por una vez que, siendo en protagonista pequeño, salto a la carretera en busca de su balón, un coche venía y dio un volantazo. Luego, debido a la mala salud del hombre que conducía y al susto, este murió y desde entonces lo esperó en el cielo, pero sin resentimiento, como quien tiene una historia que contar, un consejo que dar, sabiduría que transmitir.
¿Entendeis ahora el por qué de mi teoría?
Cuando voy caminando por la calle observo un montón de cosas, la verdad que soy muy curiosa. Miro a las personas que pasean, que entran y salen, algunos caminan rápido, con traje, con una mirada fija como quien conoce su destino de memoria. Son pocos los que andan por andar, los que pasean porque sus pies se mueven. Quedan pocas personas así. A veces siento lástima de ello.
Y pienso que dentro de una semana seré yo una más de ellos, de aquellos que recorren las calles de manera monótona, como una pequeña condena y me da miedo. Pero por otra parte nunca seré como ellos, porque al llegar a mi destino entraré en un ordenador y viajeré solo por viajar con los ojos, es también viajar.
Es soñar despierta.